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viernes, 3 de junio de 2011

Sobre disciplina romana


"La victoria en la guerra no depende únicamente del número de soldados o del mero coraje; sólo la habilidad y la disciplina la aseguran. Vemos que los romanos debían la conquista del mundo a no otra causa que el continuo entrenamiento militar, la exacta observación de la disciplina en sus filas y el cultivo de todas las demás artes de la guerra. Sin todo esto, qué posibilidad tenían los poco considerables números de la tropas romanas contra las multitudes de los Galos? O con qué éxito se habría enfrentado su escasa estatura contra la prodigiosa de los Germanos? Los Hispanos nos sobrepasaban no sólo en número sino también en fortaleza física. Fuimos siempre inferiores a los Africanos en riqueza e inferiores a ellos en estratagema y capacidad de engaño. Y los Griegos, sin lugar a dudas, fueron muy superiores a nosotros en el dominio de las artes y todos los tipos de conocimiento.
Pero a todas estas ventajas los Romanos opusieron una inusual atención a la selección de sus tropas y su entrenamiento militar. Comprendieron profundamente la necesidad de endurecerlas por medio de la práctica continua, y del entrenamiento en todo tipo de maniobra que pudiera acontecer en el campo de batalla. Tampoco fuero menos estrictos a la hora de castigar la molicie o la pereza. El coraje de un soldado es realzado por el conocimiento de su profesión, y éste sólo desea tener la oportunidad de ejecutar aquello que considera que le ha sido perfectamente enseñado.
Un puñado de hombres, endurecido por la Guerra, está destinado a la victoria cierta, mientras que al contrario, numerosos ejércitos de tropas bisoñas e indisciplinadas no son otra cosa que multitudes de hombres arrastrados a una carnicería."

Vegetio, "De re militari", Libro I
  

El poder de Roma descansaba en una prodigiosa máquina militar: la legión. Sus miembros eran hombres curtidos, capaces de recorrer decenas de kilómetros por territorio hostil, expertos en labores de ingeniería y guerreros temibles en el campo de batalla.

Los romanos estaban convencidos de la ineficacia del valor sin la habilidad y sin la práctica de ejercicios marciales e incluso la palabra ejercito deriva de la palabra exercitus ab exercitando y los ejercicios militares constituían la verdadera educación del soldado.

Para eso se disponía de cuarteles de invierno donde iban los reclutas dirigidos por los veteranos de las legiones romanas(lo que hoy en día sería un Campamento de Instrucción de Reclutas) donde se adiestraban o se ejrcitaban practicando repetidamente hasta la saciedad todo lo mandado por los mandos instructores del recluta aspirante a legionario, desarrollando la virtud individual del soldado formando un ejercito de soldados perfectamente adiestrados y disciplinados muy de antemano a las posibles campañas que debían enfrentarse posteriormente. Los reclutas se alojaban en los contubernios que alojaba a una decuria o escuadra de diez soldados Decim milites sub in papilione degenles.... e icluso un escritor latino que había participado en muchas campañas del ejercito romano aseguró que la efusión de sangre era la unica circunstancia que distinguia un campo de batalla de un campo de ejercicio e incluso los buenos generales y los Emperadores mismos estimulaban a las tropas con su presencia y ejemplo e incluso Emperadores como Trajano y Adriano hicieron lo siguiente:

  • Enseñaban a los reclutas
  • Distribuían recompensas a los buenos soldados
  • Disputaban con ellos el precio de la fuerza y de la destreza
Disponían en esos cuarteles de invierno grandes espacios cubiertos de techos, para que no interrumpiese la intemperie aquellas ocupaciones y las armas empleadas en ellas eran de doble peso que las que se utilizaban en la guerra.
Los ejercicios se encaminaban a robustecer los cuerpos y agilitar los miembros y los músculos como dicen estas frases latinas Exercitus dicitus quia exercendo fit medios y Exercitus e re ipsa atque opera exercitii nomen accepit ut ei num quam licere oblevira quod vocabatur que se preparaban posteriormente a servir en la legion romana en ejercitos no muy numerosos de unos 30000 hombres ya que se desarrollaba la virtud individual del legionario por esta preparacion formativa y disciplinada que recibia el soldado de antemano en el campo de entrenamiento hechos para las grandes conquistas más faciles de manejar y componer que los grandes ejercitos de numerosos guerreros y con varios de estos ejercitos a la vez que se socorrian mejor en caso de apuros que los ejercitos más numerosos más lentos y con menos vigor.
Querian pues transformar al recluta en un miles militi en un soldado con las siguientes virtudes:
  • Diligente
  • Impertubable en los choques
  • Oportuno en su furia e impetu
  • Fiel a su capitan y a su fila, sin jamas distraerse, sin olvidar nada, sin disputas con otros compañeros o mandos
  • Excelente manejo de las armas
  • Autosuficientes en caso de confusión y sufriendo en silencio el frio, el calor, el hambre, la sed, las enfermedades, la fatiga.
  • Marchando a manera que otros combaten, combatiendo a manera que otros marchan
  • Haciendo la paciencia el fondo de todo y del valor el desahogo de la paciencia.
Incluso Plutarco afirma que los romanos cuando combatían incluso en verano no sudaban ni jadeaban y que los distinguia de otros combatientes era su incleible resistencia a la fatiga y su entereza ante el peligro y en la adversidad producto de la Severa Disciplina que enseña y manda con la gran rigurosidad de los generales que censuraban y castigaban aumentando la destreza corporal del individuo y haciendo espiritus fuertes.
En estos campos de entrenamiento hacían pues maquinas humanas de luchar y de enfrentarse al enemigo con ciertas garantias de exito en las batallas quitando a los reclutas el miedo subito y sin causa racional que dispersa a un ejercito por pánico y que se evitaba con estos duros entrenamientos, fuertes instituciones y jefes hábiles logrando cortar el panico con esa severa disciplina legionaria, los hábitos de orden y las precauciones de suministros y viveres (Un estomago agradecido hace luchar mejor al soldado Is primun reperit ordinem. . Pan vulgo defigunt) y aprender que era la obediencia la obedientia en latín es decir hacer la voluntad del superior que manda sujetarse a el y ejecutar sus preceptos.
Los reclutas cuando formaban las tropas adquirian espíritu y en conocer ese espiritu en saber usarlo en saber crearlo es lo que sobresalieron grandes capitanes de la legion romana como Escipión o Julio Cesar más que en la tactica del general en mando que pasaron de una forma discreta en la historia.
Para lograrlo se realizaban marchas que al final de la instrucción podian recorrer 40 kilometros en cinco horas, salto, natación, a llevar grandes pesos, a manejar las armas para el ataque de lejos y de cerca , a formar varias evoluciones y a moverse al compás de la danza pírrica. También una de las últimas pruebas de su aprendizaje como reclutas era pasar a nado de una orilla a otra de un rio (por ejemplo el Tiber) cargado con la coraza, escudo y demas armas.A la tropa novel se la denominaba bisoño no adiestrada no aguerrida.
La obsevancia de esta disciplina se llevo hasta la crueldad como los casos de Torcuato, Postumio Tuberto y otros y los legionarios que caian prisioneros en manos del enemigo eran rechazados como indignos de Rescate y los soldados que huian eran diezmados y el que abandonaba el campo de batalla el suplicio y el deshonor.
El asombroso resultado de este entrenamiento y esta disciplina era su Ejercito Activo y el inimitable instrumento de Roma era la legión romana solo comparables posteriormente desde un punto de vista historico a ese cuerpo de Tropas individuales que formaron los Tercios Españoles en el siglo XVI que equivalia a un Regimiento de los ejercitos modernos.
Al soldado o recluta bisoño se le conocia con el nombre de tiron y eran encerrados en once escuelas y se jercitaban dos veces al dia para hacerlos diestros en el manejo de las armas y adoctrinarlos en las ordenes y los instructores formaban asi buenos escuadrones con este diestro perpetuo ejercicio y los bisoños entrenaban dos veces al dia y los que eran veteranos solo una.
Estos reclutas bisoños llevaban un estigma llamada stigma que era señal indeleble que se hacia en el brazo en la Milicia Romana. Stigmata hac est nota publica fabri cengum brachiis ad instationem tironum inflingatur
Por tanto tenían importancia la instrucción que se daba a los futuros legionarios practicamente en ejercicios tacticos para fomentar en el soldado su vigor y ligereza y servia tambien para adiestrar a los jefes y oficiales en el mando de sus respectivas unidades y era la evolución en que se ejercitaba la tropa con dos significados:
  • El movimiento individual del hombre para ejercitar lo que tenga que practicar a pie o caballo con el objeto de instruirse
  • El que efectuaba cualquier numero de tropa no solo para evolucionar o maniobrar sino también para mudar de lugar o abandonar una posición en la batalla. 


La disciplina es una de las bases de la institución desde principios de la historia. He aquí un breve relato de los distintos modos que había en el ejército romano para castigar sublevaciones, insubordinaciones, y demás “salidas de tono” por parte de los legionarios y también de los altos mandos.
El autor clásico Flavio Vegecio se preguntaba cómo unos pocos romanos pudieron prevalecer contra la multitud de los galos; cómo fueron capaces, siendo bajos de estatura, de hacer frente a la de los germanos. Aseguraba que sin duda los hispanos les aventajaron en número v fuerza física, que siempre habían sido interiores en riqueza o astucia a los africanos, y que nadie dudaba que fueron conquistados por la pericia y prudencia de los griegos.
Como respuesta a esta reflexión, este escritor militar atribuía la superioridad romana, sobre todas estas cualidades, no tanto al valor o a la magnitud de los ejércitos como a la ventaja del dominio del arte militar, la hábil selección de los reclutas, el constante ejercicio (de cuyo término procede la palabra ejército), el castigo a la pereza y en resumen a la disciplina que les dio la victoria sobre todos los pueblos.
De acuerdo con la afirmación de Vegecio se puede decir que la expansión de las fronteras romanas se debió en gran parte a la implantación, desde los orígenes de Roma, de una férrea disciplina militar que llegó a tener la consideración de una virtud sagrada del Estado y que pudo superar los avatares de motines y rebeliones que experimentó, aunque pueda resultar paradójico, a lo largo de toda su Historia, pues, según la acertada opinión de Marín y Peña, la medida de la disciplina no la da la mera existencia de estos actos, sino la manera de reaccionar contra ellos.
Un buen ejemplo de ésta lo constituye la historia de Manlio Torcuato, que siendo cónsul y teniendo compartida la dirección del Ejército, mandó ejecutar a su propio hijo porque había aceptado un reto a combate singular con el enemigo contraviniendo las órdenes de que nadie luchara fuera de las filas. Y eso que había regresado victorioso del lance, lo que a pesar de todo no fue suficiente eximente para enmendar su desobediencia.
Aunque al parecer ésta no fue la primera vez en la Historia romana en la que un padre, ejerciendo la jefatura militar, ordenaba matar a su hijo por una falta semejante, sí nos da una idea de lo que representaba aquella severa disciplina; la misma a la que alude el historiador judeo-romano Flavio Josefo, perteneciente a la etapa del Alto Imperio, al ensalzar la organización militar romana; su preparación y esfuerzo constantes, incluso en tiempos de paz, como si de la propia guerra se tratara; y sus maniobras, de las que nos dice que eran como combates sin sangre y sus combates como maniobras sangrientas.
A pesar de la dura instrucción, servir en el Ejército ciudadano de los primeros tiempos de Roma constituía no sólo un privilegio, sino también un derecho que permitía acceder a los altos cargos del Estado. No es de extrañar, en consecuencia, que la formación más conocida del Ejército, la Legión, proceda del latín legere (elegir) pues sus miembros eran seleccionados, una vez superado el censo mínimo de fortuna personal, sólo entre los más aptos, y donde no había lugar para criminales ni malhechores. El censor era el magistrado que, entre otras atribuciones, velaba por la preservación de la moral y de las buenas costumbres, y podía borrar de las listas de reclutamiento a quien no cumpliera con los requisitos exigidos, siendo en parte un garante de la honorabilidad de la institución militar romana.


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